miércoles, 19 de septiembre de 2012

Hay veces que las luces se apagan.


Al fin y al cabo, la gente nace, vive y muere, a los ordenadores les entra un virus y se rompen, el tiempo sigue adelante sin tener ningún miedo a perder a alguien por las prisas, los trenes marchan, las oportunidades se pierden, las relaciones cambian y muchas de ellas acaban, los libros se terminan, las historias se renuevan y algunas se rehacen, los humanos comen sin tener hambre, beben sin tener sed y hablan sin tener nada que decir, somos los tontos que no saben decir “no”, los inútiles que perdonan y buscan oportunidades hasta en los rinconcitos más escondidos de la oscuridad; para poder encontrar motivos por los que perdonar, somos los mayores consumidores y sin embargo, nadie nos consume, todo lo que sube baja, toda mariposa o fuego artificial llega al estómago de cada uno y las flores que nacen después de un tiempo se pudren y se marchitan, terminan muriéndose.

Después de todo esto, hay rutas diferentes, caminos que cada cual decide seguir, siempre con sus desvíos, muchísimas opciones y por lo tanto con lo que eso conlleva, cada cual se arriesga a degustar sus errores. Ningún humano es perfecto ni igual que otro, por lo cual los errores en cada uno son de diferentes grados y de diferentes cantidades. Cada error lleva consigo la fuerza de haber sabido arriesgar, siempre será una experiencia que realmente todos vivimos.

Lo mejor que podemos hacer es cerrar los ojos, suspirar, seguir caminando y respirar. La vida no es estar tropezando y cayendo siempre con la misma piedra. La vida es tropezarse, caerse y levantarse una y otra vez. Errar no es fallar, es aprender a arriesgar.



Hoy en día, nadie desayuna perlas, monedas o diamantes, nadie despierta habiendo hecho todos sus sueños realidad. Nadie se baña en billetes de color oro, nadie duerme tumbado en las nubes y por lo tanto, nadie vive sin errar.

Desgraciadamente todavía quedamos muchos de los imbéciles que caminamos sin avanzar. Pues cuando algo sucede, para cuando la razón es capaz de entender, las heridas ya son demasiado profundas.

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