sábado, 17 de noviembre de 2012

Algún día desaparecerán los cambios.

Todo puede ocurrir tan deprisa... Nuestras vidas pueden cambiar en un abrir y cerrar de ojos. Las amistades de toda la vida pueden romperse y al contrario nuevas amistades pueden surgir, importantes batallas pueden perderse o quizás algunas carreras pueden quedar aparcadas, puede que un mínimo rayo de esperanza dé sus frutos o al contrario, puede que la esperanza que un día resurgió vuelva a decaer...


Debemos agradecer todos los cambios que nos trae la vida, porque algún día llegará el momento en el que ya no podamos degustar ninguno de ellos.

lunes, 12 de noviembre de 2012

Derrítete en la tentación.

Todos tenemos tentaciones a las cuales no podemos resistirnos. Como por ejemplo la que presentamos bajo algún disfraz para que nadie sospeche de ella, la que descubrimos gracias a nuestra habilidad para reconocer máscaras. O alguna que escondemos bajo el colchón, o en el armario, o tal vez aquella que guardamos como la forma de la lluvia que gotea salpicando de vuelta a la vida. La tentación de que un nuevo o viejo amigo podría acabar siendo algo más que eso. O un diminuto bebé que causa emociones en nosotros que jamás imaginábamos que conteníamos. O quizás la pura ansia que tenemos de recibir el calor que solamente percibimos gracias al contacto con nuestro ser más querido.


Por lo tanto podríamos decir que si nos resistimos a la tentación o si nos rendimos a ella sabemos que estamos jugando con el futuro, pues tendremos que sufrir toda consecuencia.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Jamás volveremos a vestirnos con tutús y coronas.

De pequeña era más fácil lograr belleza, pues con una corona y un tutú éramos los más guapos de la historia de nuestra princesa favorita. Ahora en cambio, nos estancamos y vivimos intentando lograr ser lo que un día conseguimos.


Seamos realistas; Jamás volveremos a vestirnos con tutús y coronas.

lunes, 5 de noviembre de 2012

Desnudémonos para vestirnos.

Nunca juegues a vestirte con la etiqueta de la felicidad. Pues no hay cuerpo más feliz que el que se viste de su propia personalidad. Vistámonos de nosotros mismos con ropas como la de la fidelidad, la confianza, el amor, la amistad, la lealtad y demás; conjuntemoslo con complementos como las sonrisas, carcajadas, miradas y preciosos gestos. Dejemos de falsear por las tiendas buscando algo que no encontraremos más que en nosotros mismos.




No hay felicidad más grande que el de quien se busca, se encuentra y se empieza a conocer.