martes, 23 de octubre de 2012

Diferente no, raro.

Parecía ser que lo que hacía poco incomodaba, intimidaba y molestaba ya no reunía ninguno de esos estados; como que en su día tocó sufrir pero ya acabó. Se terminaron los llantos y las injusticias por las que tocó sufrir. Se acabó eso de derrochar las húmedas lágrimas por tonterías abusivas. Por lo que se veía había una cantidad de lágrimas para cada momento y a mí se me gastaron todas las lágrimas que debían agotarse en dicha situación.



Me tragué el zumo que contenía la receta de la felicidad.

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